
En
Venezuela, existe la experiencia de agrupaciones o colectivos culturales que de
forma espontánea desarrollan iniciativas artísticas en comunidades menos afortunadas
en recursos económicos y bien compensadas en atributos para la práctica de la
música, el canto, la poesía, la danza o la pintura entres otras expresiones
artísticas. Mayormente al margen de la integración de las escuelas que se encuentren en esas
comunidades. Paradójicamente,
estas escuelas generalmente cuentan con programas o docentes de aula cuya
iniciativa cultural desde donde se impulsan proyectos culturales muchas veces
de calidad y envergadura dignos de ser apreciados por un público mayor al de la
comunidad escolar.

En este sentido, cabe destacar que
para poder activar el desarrollo cultural en una determinada comunidad debe
estar presente la gerencia cultural orientadora de acciones generadoras del
quehacer cultural, bien por parte de alguna instancia del Estado o por
iniciativa de comunidades organizadas.
Asimismo, algunos autores (Moreno,
2012) sostienen que “La acción comunitaria permite a las sociedades
democráticas construir ciudadanía y es a su vez un motor para la transformación
de comunidades en espacios más inclusivos”. En consecuencia y por analogía la
escuela puede considerarse ese espacio transformador desde donde se produzca un
efecto de integración entre la comunidad que rodea a la escuela y la escuela
como tal, siendo la cultura ese impulso motivador.
En tal sentido, se requiere la
consolidación en la práctica de
políticas culturales firmes a nivel educativo, las cuales existen y que algunos desconocen ( tanto en el sistema
público como privado ) que promuevan una participación de integración
escuela-comunidad a través de la actividad cultural, aprovechando al máximo los
programas y recursos que dispongan, de manera significativa para la formación y
valoración del legado cultural de nuestros ancestros, fortaleciendo el derecho
a una identidad nacional.
Esp.Lisbeth Cedeño